SOBRE EL CONOCIMIENTO DEL COMUNISMO POR PARTE DE LA CLASE OBRERA DE NUESTRO PAÍS.

Enrique Velasco

Las instituciones reproducen las asimetrías que se dan en las relaciones de la producción.-

 

Efectivamente, como ya hemos visto aquí, en las instituciones no hay tal simetría (igualdad). Las instituciones se crean para reproducir la no-simetría en la producción.

La producción capitalista no establece una simetría entre empresario y trabajador, sino una profunda asimetría (falta de igualdad entre los dos elementos).

Las instituciones, al reproducir el proceso de trabajo capitalista, no pueden reflejar  en su funcionamiento una simetría que no existe, una igualdad de oportunidades que no existe. Y esa es la causa de que los trabajadores votantes no tengan seguridad ninguna de que el partido de los obreros tenga mejores posibilidades de defenderlos, que el partido de los empresarios.

De ahí, que haya tantos obreros que no votan, tantos obreros que votan al partido conservador. De ahí viene el que el país donde el sistema capitalista de producción esta mejor asentado, en los Estados Unidos de Norteamérica, no esté presente el partido socialista, ni el comunista en el Parlamento.

Esta es la causa de que todas las batallas parlamentarias tengan ese tufo de “patraña”, de ocultación de la asimetría en los problemas que se debaten y deciden, y el empreño en presentarlos como una simetría. Esta es la causa de que se diga que “todos son lo mismo” (los partidos políticos y sus políticas).

Esta desconfianza, tan extendida, tiene, como vemos, un trasfondo real. La apariencia de igualdad de oportunidades, aparece emborronada por este fondo medio invisible, pero que la contradice.

Sin embargo, el esquema de dos partes que se disputan la dirección de las instituciones (que sería el escenario y el contenido de la actividad política, según vimos), sigue siendo la forma en que se presentan los partidos políticos (y principalmente, para nosotros, los de los obreros), en toda Europa. Todos los partidos socialistas y comunistas europeos, se presentan a sus votantes, como una de las dos partes del esquema de que hablamos.

El esquema que presentan es poco claro, la confianza de los obreros votantes es escasa e insegura, como hemos podido comprobar. Sin embargo, ahí están; llevan más de un siglo funcionando, y tienen la esperanza de seguir por mucho tiempo. La asimetría, la desigualdad de los elementos del proceso de trabajo que ellos reproducen en la institución en que colaboran (Parlamento, Gobierno, etc), no es desconocida por ellos. Y, sin embargo, eso no les desanima.

El fondo, la realidad en que fundan su visión y su acción, es la existencia en el proceso del trabajo que reproducen, y en la propia institución en que trabajan, de dos bandos, de dos partes, de dos elementos distintos. Y, por lo tanto, cabe perfectamente la posibilidad de llevar a las instituciones, la representación y defensa de los intereses de unos y otros.

En resumen:

En un país capitalista, como el nuestro, la apariencia de las instituciones (el Parlamento, ya que es la principal), es que en su seno hay paridad, igualdad de posibilidades entre los representantes elegidos por los trabajadores y los elegidos por los trabajadores y los elegidos por los empresarios; hay simetría entre lo que pueden conseguir unos y otros.

Si esto es así, un partido socialista, si gana las elecciones, podría conseguir realizar una sociedad de los trabajadores, una sociedad socialista.

Un obrero joven, con poca experiencia todavía en la vida, puede entenderlo así.

Si ganan las derechas, tendremos una sociedad  capitalista, pero si ganan las izquierdas, tendremos una sociedad socialista o comunista. Y si no, ¿para que votamos?

Las apariencias le hacen verlo así. El Parlamento es la institución más importante, de ella dependen todas las demás. Allí se hacen las leyes, las leyes están sometidas todas las personas y todas las instituciones, incluidos los Tribunales. Y el Parlamento es elegido por todos los ciudadanos mayores de edad, organizados en partidos políticos. Si ganan los representantes de los obreros, socialista y comunistas, tendremos una sociedad socialista o comunista.

Siendo esto así, es una ilusión para un obrero ir a votar. Y así lo hace él.

Bien es verdad que nadie le ha explicado lo que es una sociedad socialista, pero debe ser una en que los obreros viven mejor.

Si esta es la apariencia, la experiencia va enseñando a nuestro joven obrero, por lo pronto: que por muchas veces que gane un partido socialista, la sociedad sigue siendo capitalista.

Consecuencia que saca: no sé bien qué es una sociedad socialista, pero lo que si tengo claro es que, sea lo que sea, no saldrá del Parlamento; ni del Parlamento ni de ninguna otra institución.

Si los hechos son esos, y la consecuencia está bien sacada, ¿para qué sirve un partido obrero en el Parlamento?

Los obreros norteamericanos creen que es más útil votar a uno de los partidos del capital, y así lo hacen.

Estos hechos, verdaderamente destrozan la primera idea ingenua que se hizo nuestro joven obrero sobre el papel de los partidos obreros en el Parlamento. No solamente no van en las mismas condiciones, con las mismas posibilidades, a la lucha parlamentaria, sino que su presencia, ni siquiera es necesaria. Y no solo en el Parlamento, los obreros norteamericanos no necesitan al partido socialista y al comunista, en ningún sitio.

Estos hechos son demoledores, y difíciles de digerir, de hacer su digestión, de encajar en las ideas del joven obrero sobre los partidos de los trabajadores.

¿Acaso el capitalismo es uno en Norteamérica y otro en Europa? ¿Acaso el partido socialista o comunista es una cosa en Europa y otra en los Estados Unidos de Norteamérica?

 

El capitalismo es el mismo en Europa, en Norteamérica y en todo el mundo.

Cuando decimos el capitalismo o hablamos de una sociedad capitalista, ya sabemos que se trata de una producción ordenada y dirigida por el capital, con un sistema de instituciones que regulan, que apoyan su reproducción, es decir, hacen su reproducción sostenible.

Esta reproducción sostenible la hacen posible una serie de instituciones. A estas instituciones las dirige, dirige su funcionamiento, el partido político que gana las elecciones.

Como se trata de reproducir con eficacia (capacidad de lograr el efecto que desea) el funcionamiento del capital, cada partido propondrá unos medios para conseguirlo. Pero la finalidad es la misma: el buen funcionamiento del capital. Lo que cambia será la manera de conseguirlo, los medios que se utilizan.

Es decir, lo que cambia son las instituciones, o mejor dicho, las instituciones y el partido que las maneja. Lo que no cambia es lo que se persigue: el desarrollo del capital.

Ahora podemos decir:

¿Por qué un obrero joven, no experimentado, cree que si ganan los suyos, socialistas o comunistas, cambiará la producción, es decir, una forma de trabajar? Pues porque “lo parece”; si ganan los socialistas, tendremos el socialismo. ¿O no era esa la batalla?

¿Por qué cuando el obrero tiene más experiencia, unas veces vota a su partido obrero, y otras al partido del capital, como en Francia, en Alemania, en Italia, en España con Aznar? Debe ser porque duda quién hará su tarea (que es la misma) con mayor eficacia.

¿Por qué los obreros norteamericanos votan siempre a los partidos del capital? Deben estar convencidos de que son los más preparados para dirigir y gestionar unas instituciones que no tienen otra finalidad que dar vida floreciente a “sus” empresas.

Ahora puede un joven obrero español preguntar a Felipe González (a  sus continuadores): como ustedes son socialistas, ¿nos llevarán hacia una sociedad socialista?, ¿nos están llevando hacia esa sociedad socialista?

Podría ser que le contestaran: “¿por qué  cree usted que dimitió su Secretario General?”

Teniendo en su mente que, el PSOE, junto con el PC, junto a C.C.O.O y U.G.T, junto a U.C.D, Alianza Popular, Partido Popular, Convergencia i Unió; Partido Nacionalista Vasco, junto todos ellos, se echaron a las espaldas la responsabilidad de tirar adelante el desarrollo del país, es decir, el desarrollo del capital, puesto que la producción toda estaba enmadrada, dominada, por el capital. Teniendo en la mente que eso es lo que significa que “hay que aumentar el pastel”...

Con esta visión, con este proyecto, con este programa, una persona seria, como Felipe González, no puede mantener, al mismo tiempo, que el  partido del que es secretario general, tiene una visión de la producción, de las instituciones, de la sociedad, como la del marxismo.

-Salen ganando, con esta postura, él, su partido y el marxismo.

El marxismo, porque así queda libre de ser confundido con la deriva, con el camino y los objetivos, que escogen como propios PSOE y PC.

Él personalmente, porque, junto a otros dirigentes de partidos y sindicatos, consiguen dar un empujón a la producción, que, como en el caso de Lenin, sacan a un país del atraso y lo “modernizan”. Si bien, lo del socialismo, como a Lenin, se le olvida por el camino.

El PSOE, el partido, sale ganando también, en el sentido de que, ya no cabe confusión alguna de que no propone una alternativa al capitalismo, sino que viene a realizar  una variante de éste.

Queda así, bastante clarificada la posición del PSOE  con relación al capitalismo. El propio partido, como institución que es, y la gestión de los aparatos del Estado, si gana las elecciones, estarán al servicio del desarrollo, del mayor desarrollo posible del capital; de este desarrollo se beneficiarán también los obreros (más puestos de trabajo, mayor productividad, mejores salarios, mejores condiciones generales de vida).

Sustancialmente, lo mismo que los dos partidos norteamericanos; lo mismo que Tony Blair en el Reino Unido; lo mismo que el gobierno francés (hoy de derechas, ayer de izquierda, anteayer de derechas); lo mismo que el belga, el alemán, el italiano.

¿Por qué se llaman socialistas los partidos socialistas europeos? Los comunistas tuvieron una especie de sonrojo, y se cambiaron el nombre casi todos.

¿Quién va a ver a Tony Blair, secretario general del Partido del Trabajo, su jefe en el parlamento, como un representante de los obreros británicos?.¿Quién va a pensar, a confiar, que este señor busca en el Parlamento británico el protagonismo de los obreros en la producción y en las instituciones, como buscaba el socialismo hace un siglo?

Nadie cree, ni piensa tal cosa.

¿Lo creerá alguien respecto al PSOE, al PC?, ¿Pensará algún obrero, que estos partidos nos acercarán a una sociedad donde los obreros, los trabajadores, den forma a su propio trabajo y a las instituciones que lo soportan?

Seguramente nadie cree, ni piensa tal cosa. Salvo algún joven obrero sin experiencia (a quien, por otra parte, van dedicados todos y cada uno de los párrafos de este estudio, de estos apuntes).

 

                   Si esto es así. Si los partidos socialistas no nos acercarán a la sociedad socialista, ni los comunistas a la sociedad comunista, cabía proponerles que se llamen algo así como, Partido Progresista, o Partido del Progreso (P.P).

Es verdad que se confundirían con el P.P. (partido popular), pero, al fin y al cabo, jugarían con palabras que, o no significan nada, o significan lo que cada uno quiera que signifique. Partido Republicano, Demócrata, Democracia Cristiana, Partido Radical, Alianza Popular, Unión de Centro Democrático, Partido Nacionalista Vasco, Convergencia i Unió, Partido Andalucista, Bloque Nacionalista Gallego, Izquierda Patriótica, Izquierda Republicana de Catalunya. ¿Todos estos partidos son de los empresarios? ¿O son de los obreros? Sí y no. No y sí.

Se dice que Felipe González pensó quitarle la O al PSOE. Malas lenguas dicen que no solo la O, sino la S. Uno cree que lo de Partido Progresista hubiera quedado, quedaría, muy bien; muy ajustado: “aumentar el pastel, para después poder repartirlo”. El arranque queda un poco capitalista, pero el final suena a justicia, e igualdad.

Hay que pensar que el socialismo no nació siendo marxista. Cuando el socialismo reunía ya a los obreros, Marx aún no había nacido.

Un socialismo no marxista, ha existido y existe. El arranque del socialismo como agrupamiento de los trabajadores para defender sus condiciones de trabajo, y, por tanto, de vida, toma formas concretas en las sociedades europeas, en el siglo XIX. Alguna de estas formas, las más arraigadas, las más acabadas, las más conseguidas, han llegado hasta nuestros días. El sindicato U.G.T. y el PSOE, del que nace luego el PC, son los aparatos institucionales en los que han tomado cuerpo los dos socialismos, el marxista, y el que no lo es.

Desde un primer momento, los movimientos socialistas europeos, y entre ellos las primeras agrupaciones de trabajadores de la industria o del campo en España, han reunido en su ideario, en su proyecto, un doble impulso, han señalado en sus programas, una doble dirección.

Un impulso de unión en su pensamiento y en su acción para ir consiguiendo mejoras en sus condiciones de trabajo y en sus condiciones de vida. Sin esa unión en su manera de ver las cosas, era imposible la unión en las acciones, en lo que había que hacer juntos.
Y a fuera una simple propuesta, un paro de corta duración como advertencia a los patronos, o una huelga en toda regla.

Había que tener una misma visión del problema, para proponer juntos y llevar a cabo, un mismo remedio para ese problema.

Así han funcionado, y siguen funcionando, todas las asociaciones de trabajadores en el capitalismo. Eso tienen en común todos los sindicatos y partidos de los trabajadores en el mundo capitalista.

La mejora constante en las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores en el seno de la producción en la sociedad capitalista, ha acabado cristalizando, convirtiéndose en el eje central de nuestros sindicatos y partidos europeos, y sus medios habituales se han centrado en las movilizaciones, los paros y huelgas, y las negociaciones; acompañadas con la presencia (en forma de partidos) en las instituciones.

Esta es, una de las dos direcciones presentes en el mismo socialismo europeo, a que nos referíamos.

Es la más visible, es la más aparente; casi se diría que no hay otra. Es la cara que nos ofrece todo el socialismo europeo; al menos es la cara que ofrecen los dirigentes de sus organizaciones (partidos y sindicatos, principalmente).

Es la misma cara que ofrecen los sindicatos norteamericanos (la mejora de las condiciones de trabajo y de vida en el seno del capitalismo, es su único objetivo). Ya hemos visto la particularidad de que ellos creen que no necesitan un partido propio. Solo por eso, no se llaman socialistas; porque la verdad es que los objetivos y medios para alcanzarlos, son prácticamente iguales en los sindicatos americanos y los europeos, y costaría encontrar diferencias de visión o de acción entre un sindicato norteamericano o alemán.

Esta es la cara más visible, más aparente; solo eso. Es la dirección, el impulso más superficial en el socialismo y sus organizaciones.

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